Colombia ha avanzado con determinación en su proceso de apertura comercial. Hoy, gracias a una red de acuerdos negociados durante las últimas décadas, el país cuenta con acceso preferencial a más de 60 mercados en América, Europa y Asia. Esta estrategia ha sido concebida como una plataforma para fortalecer las exportaciones, atraer inversión y mejorar la inserción de nuestro país en el comercio internacional, algo que hace años se veía muy lejano, o casi imposible.
Acceso no es igual a aprovechamiento
Los tratados comerciales abren puertas. Sin embargo, el acceso formal no se traduce automáticamente en integración funcional. En la práctica, el aprovechamiento de estos acuerdos sigue siendo limitado y desigual. Mientras algunas empresas han logrado consolidar su presencia en mercados internacionales, buena parte del tejido empresarial, especialmente las pequeñas y medianas empresas, permanece al margen de estos beneficios. ¿Cómo se explica lo que podría estar pasando?
Esta desconexión entre lo negociado en la mesa y lo que se concreta en las exportaciones del día a día refleja un desafío estructural: contar con el marco, pero no siempre con las condiciones internas para convertirlo en resultados económicos sostenibles.
Desde Solunion Colombia lo observamos con claridad en nuestro acompañamiento a las empresas en su internacionalización. Por eso, en uno de nuestros últimos informes “Los aranceles configuran un nuevo mundo”, analizamos las dinámicas regulatorias y las barreras comerciales que están reconfigurando la forma en que se producen, abastecen y distribuyen bienes en el mundo. En ese contexto, la preparación para competir pesa más que el simple acceso preferencial.
¿Qué limita una integración comercial efectiva?
Hay una serie de barreras que explican por qué muchos de los beneficios potenciales de los tratados aún no se reflejan de forma amplia en los indicadores de comercio exterior. Algunas de las más relevantes son:
Oferta exportable poco diversificada o con bajo valor agregado: muchos sectores aún no cuentan con productos o servicios que respondan a la demanda específica de los mercados abiertos. Faltan procesos de innovación, adaptación a estándares internacionales, certificación y desarrollo tecnológico.
Desarticulación entre política comercial y desarrollo productivo: sin una coordinación efectiva entre las estrategias de apertura externa y las capacidades internas, es difícil convertir el acceso en competitividad.
Brechas regionales y logísticas: las regiones más alejadas de los grandes centros industriales enfrentan mayores dificultades para conectarse con los mercados globales, tanto por infraestructura insuficiente como por costos elevados.
Sectores que pueden marcar la diferencia
Colombia tiene sectores con un enorme potencial de crecimiento internacional. Alimentos procesados, agroindustria especializada, cosmética natural, servicios basados en conocimiento, moda sostenible y manufactura liviana son solo algunos ejemplos de industrias que podrían aprovechar con mayor fuerza los tratados comerciales vigentes.
Se necesita un escenario que combine financiamiento, capacitación, acompañamiento técnico, infraestructura y promoción internacional inteligente.
Estos sectores pueden convertirse en verdaderos motores de empleo, diversificación y sofisticación exportadora, si cuentan con las condiciones adecuadas para crecer y competir. Y eso requiere políticas públicas más focalizadas, pero también alianzas público-privadas y un enfoque territorial que entienda las particularidades de cada región.
Hablar de “valor real” implica pasar del discurso a los resultados medibles: más empresas exportando, mayor diversificación de productos, integración de regiones que hoy están desconectadas del comercio internacional, cadenas de valor más sólidas, empleos de calidad y crecimiento sostenible.
Una integración comercial efectiva debe:
- Estar conectada con el desarrollo productivo, no ser un esfuerzo aislado.
- Permitir que más empresas participen activamente, especialmente pymes.
- Reducir costos logísticos y regulatorios para facilitar la inserción internacional.
Así, Colombia ya tiene las puertas abiertas, es clave asegurar que haya más empresas listas para cruzarlas, más regiones conectadas, más sectores transformados.