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Las empresas en Colombia no quiebran por vender poco, quiebran por no cobrar a tiempo

Web AS (1)
  • En lo corrido del último año, 2.530 empresas solicitaron acogerse a un proceso de insolvencia. Comercio, servicios y manufactura lideran las cifras.
  • El número de solicitudes de insolvencia en Colombia ha crecido con fuerza tras la pandemia, impulsado por el encarecimiento del crédito y la recuperación económica desigual.

En Colombia, cada vez más empresas enfrentan una paradoja: logran vender, pero no logran cobrar a tiempo. La falta de recaudo oportuno compromete las obligaciones operativas, deteriora el flujo de caja y termina llevando a muchas compañías a procesos de insolvencia. La verdadera fragilidad está en el ciclo de recuperación de cartera.

Así lo revela el informe “Insolvencia Empresarial en Colombia”, elaborado por Solunion Colombia, la compañía experta en seguros de crédito y gestión del riesgo comercial, que expone los factores detrás del incremento en los procesos de reorganización y liquidación judicial. La investigación muestra que el problema no radica únicamente en las ventas o en el tamaño de las compañías, sino en su capacidad de gestionar el riesgo comercial de manera efectiva.

Datos que confirman la tendencia, según la Superintendencia de Sociedades

  • En 2024 y hasta el 16 de mayo del presente año, se presentaron 2.530 solicitudes de insolvencia ante la Superintendencia de Sociedades.
  • De estas, 1.632 (64,5 %) fueron para reorganización y 898 (35,5 %) para liquidación judicial.
  • Los sectores más afectados son servicios (24,5 %), comercio (20,4 %) y manufactura (13,9 %).
  • A mayo de 2025, hay 4.166 procesos activos, de los cuales más de 1.298 han pasado a liquidación.
  • Según Solunion, el periodo más crítico del proceso es la calificación de créditos, que puede durar hasta un año.

 

Las dinámicas empresariales actuales, en una economía hiperconectada, han expuesto a las empresas a choques sistémicos de gran alcance. Una crisis logística en Asia o una subida de tasas en Estados Unidos tiene efectos casi inmediatos sobre el capital de trabajo en nuestro país. Internamente, el encarecimiento del crédito, las reformas estructurales y la inflación de costos operativos agravan el panorama.

Un elemento especialmente preocupante es el efecto dominó que puede producirse cuando una empresa entra en crisis. En ecosistemas productivos compuestos mayoritariamente por pymes, una insolvencia de gran escala puede tener consecuencias multiplicadas.

Por otra parte, no todas las empresas que recurren al régimen de insolvencia logran reorganizarse. La etapa de calificación de créditos, en muchos casos, se convierte en un cuello de botella que toma entre seis meses y un año. En ese periodo, la incertidumbre financiera tiende a crecer y las decisiones estratégicas se postergan, con un impacto directo en la viabilidad de la operación.

Según el análisis de Solunion, los sectores más golpeados, como servicios, comercio y manufactura coinciden con aquellos que dependen del consumo directo, de la rotación permanente de inventarios y de una estructura financiera flexible. Su exposición a la volatilidad de la demanda y a las condiciones de financiación los convierte en puntos sensibles del tejido empresarial.

La solución está en prevenir

Desde la perspectiva de Solunion, proteger la cartera por cobrar es una decisión estratégica y casi imperativa. Las empresas que logran sobrevivir son las que anticipan los riesgos financieros de sus clientes y toman decisiones con base en información actualizada.

El estudio recomienda herramientas el seguimiento de scoring financiero, las alertas tempranas y especialmente el seguro de crédito, que no solo cubre el impago, sino que brinda acceso a evaluaciones de riesgo, vigilancia permanente y servicios de recuperación. Esta combinación permite vender con mayor seguridad, ampliar mercados y blindar la liquidez ante escenarios imprevistos.

Actualidad Solunion

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